Cuando era niño me gustaba hacer lo que yo llamaba experimentos, porque buscaba explicación a las cosas o quería satisfacer la curiosidad de “saber ¿qué pasa si hago esto?” A veces terminaba el experimento (algunas con un poco de peligro), y otras veces no llegué a lograr nada por alguna lesión simple, pero que me impidió avanzar.
Recordé esto porque durante esta semana vi varias publicaciones de una cuenta de Twitter que se llama Imágenes anticonceptivas, son fotos y videos de niños explorando su curiosidad, arruinando cosas en casa (sin darse cuenta). Inmediatamente pensé en mí, que esperaba a que nadie me viera para hacer “investigaciones”.
Una vez intenté disolver crayolas en agua caliente junto con algunas hierbas, ¿para qué? ni idea, solamente quería saber qué pasaba. Y pues no pasó nada, ahí supe que no todo se disuelve en agua. Otro día quería saber qué eran unos resortes que estaban sueltos dentro de un foco incandescente fundido, salí de la casa, vi una piedra y reventé el foco ahí con mis manos, en menos de un segundo tenía mi mano llena de sangre y ya no pude continuar, regresé a casa llorando a buscar a mi mamá.
El primer experimento que recuerdo haber realizado fue producto de mi observación cuando tenía unos 5 años de edad (no lo hagan en casa): me había puesto en la lengua una pila cuadrada de 9V y me dió un toque eléctrico, eso mismo fue lo que sentí cuando estaba mojado y toqué el apagador de la luz. El problema era saber qué era eso que estaba en las pilas, mi hipótesis fue que era lo mismo que la luz de casa, ¡si las dos cosas dan toques, deben ser lo mismo! Ahora venía lo bueno: experimentar: si eran lo mismo, entonces los coches de pilas deberían funcionar si los conectaba directamente a la toma de corriente. Conseguí unos cables, los conecté por un lado a un cochecito de pilas, y vámonos al enchufe por el otro. En ese momento encendió el coche, las llantas giraron súper rápido como nunca antes y las luces más intensas. Había triunfado la hipótesis que tenía: comprobé y aprendí que sí eran lo mismo. También aprendí que cada aparato tiene ciertas necesidades de energía que no deben sobrepasar, porque el cochecito sacó chispas y se quemó luego de unos segundos conectado.
Al parecer había seguido los pasos del método científico, aunque eso me lo enseñaron en la escuela varios años después. Sin embargo, no había platicado con nadie mis hallazgos así que no había manera de que eso se convirtiera en ley. Es más, esa ley ya existía, pero no podía saberlo pues no sabía ni leer en ese momento de mi vida. Si algún adulto hubiera estado a mi lado cuando planeaba mis experimentos no me hubieran dejado hacerlo para no tener la opción de sacar una imagen anticonceptiva y quizá me hubieran dado una explicación desde su experiencia evitando así que yo la viviera.
Cuando vimos en clase los pasos del método científico me daba una flojera tremenda tener que recitar cada uno, lo mío era ir por la vida desarmando aparatos y mezclando cosas. Ahora que lo veo en perspectiva, la manera de abordar el tema estaba muy desvinculada de cualquier aplicación, no hacíamos nada que representara esos pasos, o todo eran ejemplos que para mí eran aburridos y algunos no podía imaginarlos porque estaban fuera de mi contexto.
Ahora que doy talleres y clases, algo que me ha funcionado es dejar las lecturas y reflexiones para el final, una vez que ya probamos las mieles de los experimentos. Con jóvenes de bachillerato y licenciatura el proceso de reflexión final es relativamente fácil de implementar porque saben que es necesario. Durante un tiempo llegué a pensar niños más pequeños solamente estarían interesados en hacer actividades como una mera artesanía, pero mi sorpresa ha sido que el momento de la plática y reflexión (una puesta en común en la que comentamos nuestros resultados) es de las partes que más les gusta de las sesiones, porque es ahí donde descubren que los fenómenos que abordamos también suceden en casa y que tienen explicación.
Trabajando en investigación, la parte más importante es la lectura, porque así sabremos si lo que hicimos ya se le había ocurrido a alguien más en algún otro lugar, o si es que podemos trabajar con otro enfoque. Esto es algo que, si nos fijamos en la manera de abordar este estudio, no se menciona. Importa mucho reconocer eso en todos los niveles y comprender que debemos leer o revisar información cuando queremos saber de un fenómeno. ¿Qué hacemos con los más pequeños? Tener textos divulgativos y hacer un curado de videos para complementar o por si no saben leer.
Por otro lado, siempre que hacen una pregunta de un tema diferente, busco la manera de hacer una demostración simple, llegar a la respuesta a través de la reflexión y, de ser posible, que propongan sus propias hipótesis para experimentar en la búsqueda de respuestas, más que darles la información ya digerida, lo importante para mi es que construyamos nuestros conceptos.
Estudiar el método científico no sirve para fomentar el interés por la ciencia si no lo aplicamos. Si primero nos centramos en estudiar y aprender las cosas de memoria, cuando llegamos a experimentar estamos predispuestos a que será aburrido porque la clase está de flojera. Claro que es necesario sistematizar el conocimiento y darle nombre a los pasos, pero es mejor si se hace sobre una experiencia significativa.
Tomando en cuenta esto, invito a los mamás, papás, docentes y talleristas a que dejen a los niños y jóvenes ahondar en esa curiosidad para poder hacerlo de una manera segura, sin estar a escondidas (como yo), aunque parezca no tener nada que ver con un temario escolar, siempre podremos retomar algunos conceptos para fines educativos, y también permitir explorar los conceptos para mantenernos curiosos más que limitarnos a leerlos en los libros.
La curiosidad por la vida me llevó a estudiar Química y tener otra perspectiva del método científico, de la que escribiré en otra ocasión.
Nota final: experimentar no es tan caro como parece, tenemos diferentes materiales gratuitos en nuestra web y videos en nuestro canal de YouTube que te pueden servir para aplicar en tus experiencia de ciencia.
Nota final: experimentar no es tan caro como parece, tenemos diferentes materiales gratuitos en nuestra sección de descargas y videos en nuestro canal de YouTube que te pueden servir para aplicar en tus experiencia de ciencia.